Las comunidades a ser afectadas por el proyecto Conga expresan su preocupación por la destrucción del medio ambiente
“Desarrollo es reforzamiento institucional y eliminación de dependencias”.
“La minería es una actividad de costos crecientes e ingresos fluctuantes”.
“En 1625, Potosí era más grande que París, Sevilla o Londres; hoy es uno de los departamentos más pobres de Bolivia” (*).
Hay una característica consustancial con la minería –y otras actividades basadas en recursos naturales de oferta fija–:rendimientos decrecientes. Extraer una libra de metal será cada vez más oneroso. Los yacimientos disponibles –cada vez menos accesibles y más pobres– exigirán inversiones más elevadas, afectarán mayores áreas y mayor cantidad de personas y su operación requerirá mayores recursos naturales, (por ejemplo, más agua). Los márgenes que se obtengan se aplicarán a la importación de conocimiento en forma de sistemas de operación cada vez más caros, para continuar el círculo: la minería para la minería misma; la minería como fin.
Los nuevos proyectos serán cada vez más marginales y exigirán mayores exoneraciones tributarias y congelamiento de otros costos como los de personal. Actualmente la minería está exonerada del Impuesto General a las Ventas y la reinversión de utilidades está exonerada del impuesto a la renta. Además, genera desequilibrios ambientales –imposibles de prever– que se convertirán necesariamente en pasivos a cargo de la sociedad. En tiempos de vacas flacas la minería exige apoyo financiero directo del Estado del que recibe créditos que casi nunca paga y es que sin esos privilegios no podría seguir existiendo, y justifica todas estas exigencias con la muletilla del desarrollo. La minería se siente indispensable. En la discusión sobre el proyecto Conga el establishment pregona que la única oportunidad para la sierra es la minería.
El desarrollo de un país no está dado por los kilómetros de carreteras que se construyan o por los postes de luz que lleguen a determinado poblado, porque esos son activos materiales que se deprecian. Una sociedad desarrolla cuando el acervo de conocimiento sofisticado se incrementa, porque el conocimiento es una entidad de duración indefinida y que se va revalorizando con el tiempo. Lo otro es efímero, es el modelo Potosí.
Los minerales son entidades de oferta limitada, si se destruyen deberán ser remplazados por unas de oferta creciente: el conocimiento.
Cuando exista la posibilidad de poner en operación un yacimiento minero debería formularse las siguientes preguntas:
¿Qué porcentaje del conocimiento clave –ciencia y tecnología– va a crearse y desarrollarse en el país anfitrión?
¿Qué porcentaje de los fondos de inversión se gastarán en el país anfitrión?
¿Cómo contribuirá el proyecto al afianzamiento de la institucionalidad?
Si las respuestas fueran negativas el proyecto no debería aprobarse. La posición del pueblo anfitrión ya no deberá ser tan contemplativa como hasta ahora, que sólo se conforma con alquilar un espacio. Si todo lo importante siguiera viniendo de afuera, aquí sólo quedarán instituciones debilitadas, inteligencia degradada, pasivos ambientales y fierros que se deterioran con el tiempo. En las actuales circunstancias el incremento de la minería será correlato de incremento de la pobreza.
(*) Wikipedia
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